Uno de los actores "teen" de los 80's de mayor éxito fue, sin duda, Emilio Estévez. Hijo y hermano de famoso: Martin Sheen y Charlie Sheen respectivamente (Two and a half men).Sin embargo, para las audiencias masivas este actor de 48 años desapareció a diferencia de Kiefer Sutherland y Demi Moore por ejemplo. Tras la taquillera Jóvenes pistoleros, Estévez comenzó a desaparecer del ojo del espectador, seguramente, producto de los fiascos de filmes que llevó a cabo y que terminaron por hipotecar su carrera como actor. La generación de St. Elmo's fire se comenzaba a desplomar y a reinventarse cinematográficamente o quedar en el subconsciente del 7º arte.
Estévez, entonces, comenzó a buscar otra veta. Escribir guiones, dirigir y, de forma secundaria, actuar. A partir de 2000 comenzó su carrera como director, trabajando con su hermano en un telefilme llamado Rated X para luego incursionar en series de televisión como The West wing, junto a su padre, CSI NYy Cold Case, siempre manteniendo la tónica de reservarse un papel secundario en el capítulo.
Sin embargo, su oportunidad llegaría en 2006 con Bobby, donde dirige, escribe y actúa los últimos momentos de la vida de Kennedy con un reparto estelar y con una recepción en Venecia que lo llevó a postularla como mejor película dramática en los globos de Oro.
Después de algunos trabajos de baja factura, se acaba de estrenar, el 25 de julio, Camino a Santiago, estelarizada por su padre. La sinopsis de ‘The way’ nos habla de Tom Avery, un reputado oftalmólogo californiano que recibe la noticia de que su hijo Daniel ha fallecido en un temporal en los Pirineos. A pesar de que sus visiones opuestas de la vida les hacía mantener una relación con tumultuosa, Tom está desolado y viaja a Francia para recuperar a su hijo. Allí descubre que Daniel comenzaba a hacer el Camino de Santiago y decide continuarlo en su lugar.
Seguramente hoy, después del estreno del filme, Estévez esté viendo crecer sus viñas en California dado a que ese es su hobby mientras no está en proyecto fílmico.
Hagamos un viaje. Cada viaje tiene estaciones. Cada estación tiene su mobiliario. Cada mobiliario ha estado en contacto con la gente. Viajemos en la gente, con la gente y por la gente. Va a ser un viaje no exento de maldad, crueldad y desilusiones, pero también de emociones gratas. Subámonos a este, mi tren.
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