Mi muy estimada,
Como ud. conoce mi atribulada condición, me encuentro encerrada en este asilo lleno de marmotas, hipopótamos y animales varios, que lo único que hacen es asustarme y llenarme de sonrisas ensimismadas; pero esta condición no hace más que extrañar estar allí afuera libre de estas medicaciones, para compartir un exquisito salmón como aquellos que comen estos esquizoides que no pueden compartir con usted su noble presencia.
Como usted ya sabe, los internos estamos recluidos en enormes salas con camarotes. En las noches escucho gemidos, llantos, ronquidos que no me permiten dormir y suelo consolarme en aquellos recuerdos de "pedacitos blancos", de "picaduras", de "geométricos sollozos", de "cerezas blancas como la leche materna" y tantos otros recuerdos como cuando compartíamos aquellas "rancheras" en estados calamitables. Esos gemidos, de mis compañeros, me asustan y me hacen pensar que ud. ya ha formado otra familia que yo desconozco, porque no me viene a visitar por más de no se cuantos meses o días, no tengo noción del tiempo , por lo mismo yo también gimo de impotencia, de pena, de melancolía al saber que ud. me recluyó en este manicomio del cual quiero salir lo antes posible.
Su última carta, al igual que otras, dicen que me quiere mucho pero que este estado en el cual me encuentro no le asegura nada. Este desconsuelo me lleva a pensar que le he arruinado su jovial juventud, su dulce ambrosía que es nueve veces, nueve meses más dulce que la miel. Incluso me ha dado por ponerme sus vestidos en aquellas noches en que ningún enfermero o interno me ve. Como ud. misma aprecia, no creo que salga de este manicomio por un tiempo ya que me trastorna la idea de que todo esto sea un desvarío más de esta demencia.
Se aproxima mi cumpleaños, el 2 de octubre, y lo más probable es que pase desapercibido porque he querido estar sola, pero quiero llamar a alguien que me converse algo, y lo único que escucho es "Sí, con ella", el telégrafo no dió nunca más una señal. Genial, me ha venido a ver y hemos podido platicar toda la tarde noche. No se ha olvidado de mi, me ha traido un termo con café y una radio en la cual hemos podido escuchar aquellas canciones que tanto echaba de menos escuchar y lo hemos disfrutado al máximo. Me explayé contándole como había sido mi vida, descargando mis ires y venires para así quedar más aliviada y poder compartir esta vida que sólo busca un norte claro...pero que ya va bien encaminado gracias al apoyo de todos ustedes. Por un día se ha ido la demencia.
Siempre suya, y con un cariño incomensurable,
Arkham
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