
La verdad, uno se pregunta si la locura no puede ser en cierto sentido infecciosa, contagiosa en virtud de su influencia omnipresente, mucho más vívida y estridente que la mundana y asfixiante capa de la asi llamada, normalidad. De ser así, sin duda yo estoy contagiado, porque las risas y los gritos, los jadeos en la oscuridad, son las voces con las que vivo aquí en Arkham, en esta casa de locos que he creado.
Se han convertido en mi mundo, resonando por corredores de acero hasta entrar en mi mente...donde resuenan, ahora, con más fuerza...luchando por salir.
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