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miércoles, 11 de abril de 2007

El día del joven combatiente o.. ¿delincuente?

Creo que después de haber visto tantas imágenes y noticias acerca de los hechos sucedidos el último jueves 29 de marzo, sería justo reseñar qué putas se conmemora este día que por sí solo es capaz de opacar en los principales noticieros al omnisciente y ya "trasnochado" Transantiago.

En 1985, dos jóvenes pertenecientes al MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionario), en sospechosos actos, fueron abatidos por los dispositivos de seguridad de la época. Se trataba de Eduardo y Rafael Vergara Toledo, quienes murieron a manos de carabineros en las cercanías de Villa Francia, en Santiago. Estos asesinatos forman parte del Informe Rettig, documento confeccionado en el gobierno de Aylwin para esclarecer los atentados a los DDHH durante el régimen militar, señalando lo siguiente al respecto: "La Comisión ha llegado a la convicción de que Rafael Vergara fue ejecutado por agentes estatales, estando ya herido y en poder de quienes lo mataron, en violación de sus derechos humanos. Respecto de su hermano, Eduardo Vergara, no pudiendo la Comisión determinar las circunstancias precisas en que se produjo el enfrentamiento ni la participación que él hubiera tenido, considera que pereció víctima de la situación de violencia política."
Delesnable acto, como también lo ocurrido al día siguiente a estos hechos cuando tres activistas contrarios al régimen fueron degollados por agentes de la CNI (Central Nacional de Informaciones); se trataba de los profesionales comunistas José Manuel Parada, Manuel Guerrero y Santiago Nattino.

Ahora bien, creo que todos estaremos de acuerdo en que rememorar estos actos no debería generar inconveniente alguno, pero transformar esta jornada en un día de catarsis ciudadana de todos los acontecimientos que molestan - o enfurecen - a los santiaguinos y a uno que otro habitante del territorio es mucho. Sobre todo cuando los que salen a "manifestarse" son una turba de pendejos, púberes, adolescentes - pongámoles el nombre que tu quieras - que como mucho conocen la tabla del uno y ni pedirles que sepan lo que se conmemora a cabalidad.

Pero la reflexión da para mucho. Primero. El periodismo, y su juego de apostar por la mejora del rating, crea y construye el ambiente propicio para que este lúmpen haga de las suyas porque predispone a la sociedad civil a un día de caos, a salir temprano del trabajo porque no habrá locomoción, a llegar con luz de día a la casa para no encontrarse con un grupo de manifestantes encarándose con carabineros en alguna de las muchas poblaciones de la capital, a huir del centro, de las lacrimógenas y del "guanaco" que son una misma cosa, etc. El impacto de la imagen en el noticiero vale mucho más que la integridad y la seguridad de la ciudadanía (véase teoría de la opinión pública).

Segundo. Podemos tener desacuerdos con el gobierno, estimar que no lo ha hecho como esperábamos o tal vez si; pero romper semáforos, arrancar de cuajo señaléticas, desvalijar tiendas y oficinas, hacerlas añico, ¿soluciona los desacuerdos o las incomodidades que supone, por ejemplo, el nuevo tipo de transporte metropolitano? Pienso que no. Quiero creer que esta situación responde más a un grito desesperado desde la exclusión por hacerse notar y por hacer patentes las demandas más profundas de la sociedad como, por ejemplo, trabajo estable, salud digna, educación de calidad, viviendas decentes - no casitas chubi o copevas - relaciones empresario trabajador menos asimétricas, etc. Pero atención!! Quienes canalizan esas añoranzas no son sus víctimas protagónicas, es decir, los adultos. Son sus hijos, los mismos que se ven en las fotografías a palos con la autoridad policial. Si no fuera de este modo no entendería la reacción de los padres que al ir a buscar a sus retoños a las comisarías respectivas, "empapelaban" en garabatos a quienes se les atravesasen, vociferando: Mis hijos...si no estaban haciendo nada...iban pasando y los detuvieron!!!! Por favor, si no somos hueones.
Tercero. Entiendo que existan diferencias con el sistema económico. Que se responsabilice de todos nuestros males al modelo neo-liberal y entiendo, también, que veamos en el sistema y en la autoridad la fuente de estos males porque ellos encarnan los principios de una democracia liberal. Pero saben ciudadanos, no vamos a resucitar ni a Proudhòn ni a Bakunin para que nos vengan a redimir de estos males imponiendo un anarquismo retrógrado y con olor a naftalina. Todos los grupos que reivindican estos principios no entienden que es imposible alcanzar la libertad total sin líderes ni leyes porque está en nuestra naturaleza guíar y ser guíados hacia el bien común, el que se va a alcanzar transando parte de nuestra libertad para depositarla en las autoridades legítimamente escogidas. Casos como el de Jorge Lizama, único imputado por la agresión al automóvil de la jueza Chevesich, seguidor de esta ideología, es el mejor caso de la disconformidad contra el sistema: ya había protagonizado hechos de violencia el 10 de septiembre pasado cuando participó en el atentado a La Moneda y ahora la agresión a la magistrado ratifican dicha postura. El resultado, preso en Santiago I.
Habrá que esperar hasta el próximo 29 de marzo para ver repetidas las mismas escenas del último, porque de algo estoy seguro y es que la desazón, la falta de oportunidades y la angustia provocada por la exclusión de buena parte de nuestra sociedad seguirán refugiándose en fechas que nada tienen que ver con las demandas actuales, asi como también la estupidez y la huevonería de algunos grupos de adolescentes continuarán evidenciando la precaria calidad de la educación que los lleva a las calles a hacer desmanes y no a entender qué es lo que se conmemora en esta fecha.

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