Entradas populares

lunes, 9 de marzo de 2009

El imaginario de la fémina chilensis (o latinoamericana)

¿Cuál es el imaginario de la mujer chilena?

En primer lugar, voy a incorporar a mi reflexión aquellas concepciones de género que hace referencia a la “Mujer Eva” y a su antítesis la “Mujer María”, imaginarios colectivos respecto a la mujer que se acuñan desde la concepción mariana que ha influido por siglo los procesos de identidad de muchas mujeres en nuestro continente.

En primer lugar la “Mujer Eva”, nos remonta a la imagen de una Eva bíblica, una mujer seductora, desobediente, juguetona, que tentó a su compañero Adán a comer de la fruta prohibida y fue expulsada del paraíso, pues se vio desnuda y se hizo cargo de aquella desnudez. Es decir, ella sería la madre de todas aquellas mujeres que tientan a lo prohibido, seducen a los Adanes.

Las “Evas” pueden tener dos expresiones, aquellas alegres, como se diría en buen chileno machista “buena pa' reírse en la fila”, son las mujeres que en el imaginario colectivo, “se puede jugar”, pasarlo bien, con las que se pueden cumplir fantasía eróticas, pero “ojo”: no son las mujer para casarse, pues el amor con una “Eva” te puede costar la exclusión del paraíso, el rechazo con tus pares convencionalitas. Además a ellas se les atribuye a veces poca inteligencia y ser sólo fruto de los deseos, como aquella manzana del paraíso.
La segunda expresión de esta Eva se instala en la mujeres que se atreven, que son fuertes y que “dan miedo”, las que con su ser espantan a los hombres. Ella no pierden condición erótica y exótica que a veces las caracteriza, pero los hombres les rehuyen, pues las sienten competitivas con ellos mismos. Especialmente aquellos hombres que buscan una madre en sus compañeras, esta “Eva” les rompen los esquemas, no tienen hijos (y si los tienen no son muy preocupados de ellos, según lo otros), son exitosas y profesionales.
Ambas “Evas” están condenadas al rechazo en el “paraíso social”, pues se les inventan historias mitológicas sobre ellas: Son “devoradoras de hombres”, “destructoras de familias”, “tiranas”, “de los trigos no muy limpios”, etc. “Eva” está condenada al prejuicio, a la culpa de esta primera mujer que rompió lo patrones de su época y tuvo que vivir fuera de la protección divina y bajo las condiciones humanas.
Por otro lado están “Las Marías”, son la mujeres madres, santas y procreadoras, las cuales renuncian al placer por amor a sus hijos y familia. Es aquella que se sacrifica al máximo y sus parejas las veneran, pero les cuesta pensarlas como objetos de sus deseos, más bien son objeto de respeto y cuidado. María surge de la concepción religiosa, de la virgen que se embaraza y a pesar del rechazo inicial, lo hace todo por su hijo.
La Mujer “María”, encarna a la madre amorosa, la que puede quedar sola en el proceso de maternidad y crianza, la que el hombre no quiere perder, pues es la mujer para casarse, ya que da seguridad. Esta mujer es perfecta para “el paraíso de formalidades, del deber ser”. Pero se enfrenta a la “otra”, a la “Eva” que le puede quitar a su objeto de deseo, se siente humillada cuando es comparada y compite con ésta otra, pues ella siente que la santidad la exime de los placeres humanos y la pone por sobre el nivel de “Eva”. María se casa virgen, tiene hijos, los cría, también trabaja, pero sobre todo pone las normas en la sagrada familia.
Nosotros somos una mezcla de “Adán e hijo”, es decir el hombre que sigue al objeto de su deseo y el hombre que busca una madre, nos movemos en el imaginario de ambas mujeres. Las que nos dan seguridad y las que te dan inseguridad, las para casarse y las para divertirse, las madres y las amigas, etc. El hombre chileno tiene incorporado la esquizofrenia del imaginario femenino, de ahí que tenga sus familias, pero buscan a la otra, aquella que le hace sentir “bien” y esa mezcla histórica de “culpa y deseo” viven entre sus dobles vida ( dos casas, dos familias, hermanos que no se conocen, etc.). Las mujeres también de alguna forma incorporan esta fragmentación del imaginario femenino, pues las mujeres “María”, rechazan a las mujeres “Evas” y a la inversa.
Pues creo que esta división no es tal, “EVA” y “MARIA”, son parte de la misma mujer, esencia de cada ciclo de su proceso de crecimiento. Debemos romper con los patrones que de alguna forma limitan el desarrollo femenino, dejemos de cumplir estereotipos que anulan el crecimiento pleno. Deben ser mujeres consolidadas y no fragmentadas, lograr unir ambos aspectos de sus vidas. Deben complementar aquellas personalidades de estas dos féminas: ser madres, pero también amantes.


(Texto corregido y transformado de su autora Sara Arenas)

No hay comentarios:

Powered By Blogger