Es curioso, tengo deseos de escribir para descargar el alma, pero no tengo las fuerzas - psíquicas y físicas - para hacerlo. Me tiemblan las piernas al andar, me tiritan las manos al escribir, quiero dormir pero escribir - creo- es de más utilidad. Tengo los ojos incendiados, no de llanto, si no de querer hacerlo por alguna razón. Siento que no soy yo, que el del frente si lo es y que anda "bartoleando" por la vida. Quiero ser el de ayer: el que andaba en todas, el que farreaba, el que no tenía ninguna responsabilidad, el que mujereaba a raudales, aquel que se quedó suspendido en el tiempo porque había que crecer (o madurar si le gusta más el término). Leo lo que escribo y me sigo incendiando y me convierto en mi propia alteridad. Somos dos los que habitamos este cuerpo y uno quiere escapar para dejar tranquilo al otro, mientras Lisa Gerrard satura mis sentidos con esa voz escalofriantemente conmovedora. Yo soy Arkham y estoy encerrado en mi propio manicomio, construído como todos los que construyen diariamente su propio Arkham: de miserias y grandezas, de defectos y virtudes, de ambiciones y dadivosidades, de genialidades y estupideces, de amor y odio, de soledades y soledades acompañadas. En un viaje a recuperar mi esencia quiero enfocarme, pero el encierro se torna mi compañero y, a la vez, en mi impedimento para focalizarme en mi propia ánima. Un viaje que me lleve fuera de estas cuatro paredes, en el cual reconozca a ese fulano que camina por el frente y que pueda reconciliarme con ese pasado doloroso y, también, colmado de jolgorio. En pocas palabras, quiero conocer al verdadero Arkham, sin máscaras ni antifaces, fuera de este manicomio y con la claridad mental para deshacerme de aquel infeliz que merodea en mi vida y que la torna imposible de vivir: que se vaya la ira, el miedo, la pena, la soledad...para asi poder cerrar este asilo llamado el Panóptico de Arkham.
Hagamos un viaje. Cada viaje tiene estaciones. Cada estación tiene su mobiliario. Cada mobiliario ha estado en contacto con la gente. Viajemos en la gente, con la gente y por la gente. Va a ser un viaje no exento de maldad, crueldad y desilusiones, pero también de emociones gratas. Subámonos a este, mi tren.
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