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miércoles, 8 de agosto de 2007

Réquiem por el "Café Riquet", patrimonio personal!!

No recuerdo si tenía diez o más años, cuando la abuela Tere me llevaba a degustar una exquisita pastelería a uno de los lugares más apoteósicos - que en mi corta vida había tenido ocasión de apreciar - e imponentes que había visto por esos días, acostumbrado a deambular entre las vacas, las plantaciones de remolacha, de frutillas, de sandías y de máquinas de trillar (mi fascinación por lo demás). Se trataba del café Riquet, lugar emplazado en plena plaza Aníbal Pinto - en Valparaíso -, cuyo edificio databa de 1860, la época de mayor esplendor del puerto y de las actividades financieras y comerciales de la "joya del Pacífico sur". O como dejar de hacer mención a mi última visita, oportunidad en la cual celebramos, rodeados de historia, el matrimonio de mi amigo villano.

Este lugar se inauguró el 19 agosto de 1931 por una familia alemana - los Spratz - con la finalidad de crear un lugar que fuese una réplica de los antiguos cafés europeos, cuyo fuerte eran los kuchenes, tortas, pasteles, café, chocolate caliente y te. El lugar escogido, un antiguo edificio ocupado por las empresas navieras y comerciales decimonónicas.

Rápidamente, el lugar se convirtió en el favorito de los principales políticos y artistas de la época: centro de debates y muestras plásticas en donde Pablo Neruda y el dibujante Lukas "arreglaron" su mundo, espacio en donde convergió la pujante burguesía porteña de la primera mitad del siglo XX con un pujante círculo de hombres dedicados a las actividades financieras y portuarias. Lugar que cobijó posturas ideológicas tan disímiles como la que encarnaba Salvador Allende, asiduo visitante del lugar, asi como la de Augusto Pinochet, representante del neo autoritarismo latinoamericano durante las décadas de los '70s y 80's.

Con el tiempo se transformó en un referente turístico, incluso con un espacio destinado a entregar información al turista ávido por descubrir los encantos del puerto; pero también, fue centro de difusión cultural para artistas jóvenes que querían mostrar sus perfomances dentro del gran abanico que comenzaba con tocatas de saxo y violín hasta declamaciones y presentaciones de libros: en pocas palabras se transformó en uno de los pocos espacios para artistas emergentes que querían hacer de sus conversaciones una recreación de tiempos añorados.

A pesar de toda esa grandeza, la "maldita modernidad" - o el macabro sistema - terminó con esta reliquia histórica: el edificio pertenece al obispado de Valparaíso (Parroquia San Antonio) desde 1951 cuando la fundación Brown lo donó, lo que sumado a las deudas que arrastraba la sociedad Guillermo Spratz y Cia. terminaron por cerrar dicho café el viernes 3 de agosto a las 14.00 horas, finalizando un episodio de inconmensurable valor para Valparaíso. ¿Con que finalidad? Traspasar el edificio a una inmobiliaria para construir un hotel familiar y generar dinero para la Iglesia.

Una vez más Valparaíso y su caudaloso patrimonio histórico, se ven resentidos por el curso de la modernidad. Por lo mismo elevamos esta plegaria a un pasado que paulatinamente es devorado por intereses ajenos al respeto por los valores o por simple negligencia de aquellos responsables por velar nuestro acerbo.

Riquet...descansa en paz!!!

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