
En los obsesos, la angustia se convierte en neurosis, y en los melancólicos en una forma de psicosis. Como la imaginación juega un papel importante en la angustia, ésta tiene su causa más en el individuo que en la realidad que le rodea, y su duración no se encuentra, como la del miedo, limitada por la desaparición de las amenazas. Por eso es más propia del hombre que del animal. Distinguir entre miedo y angustia no equivale, sin embargo, a ignorar sus vínculos en los comportamientos humanos. Miedos repetidos pueden crear una inadaptación profunda en un sujeto y conducirle a un estado de malestar profundo generador de crisis de angustia. Recíprocamente, un temperamento ansioso corre el riesgo de verse más sometido a los miedos que cualquier otro. Además, el hombre dispone de una experiencia tan rica y de una memoria tan grande que sólo raramente experimenta miedos que en un cierto grado no estén penetrados de angustia. Reacciona, más todavía que el animal, a una situación desencadenante en función de sus vivencias anteriores y de sus "recuerdos". Por eso no carece de razón que el lenguaje corriente confunda miedo y angustia, significando de este modo inconscientemente la compenetración de estas dos experiencias, incluso si los casos límite permiten diferenciarlas con nitidez.

La angustia, fenómeno natural del hombre, motor de su evolución, es positiva cuando prevé amenazas que, no por ser imprecisas todavía, son menos reales. Estimula entonces la movilización del ser. Pero una aprensión demasiado prolongada también puede crear un estado de desorientación y de inadaptación, una ceguera afectiva, una proliferación peligrosa de lo imaginario, desencadenar un mecanismo involutivo por la la instalación de un clima interior de inseguridad. Es sobre todo peligrosa bajo la forma de angustia culpable. Porque el sujeto vuelve entonces contra sí las fuerzas que deberían movilizarse contra agresiones exteriores y se convierte a sí mismo en su principal objeto de temor. Es, con todo, el reflejo de esas coyunturas mentales de las cuales se vale Mandrou para tematizar las grandes problemáticas del S. XVI francés.


Ahora bien, la acumulación de agresiones que golpearon a las poblaciones de Occidente desde 1384 hasta el S.XVII creó, de arriba a abajo del cuerpo social, un estremecimiento psíquico profundo del que son testigos todos los lenguajes de la época - palabras e imágenes -. Se constituye un "país del miedo", en cuyo interior una civilización se sintió "a disgusto" y lo pobló de fantasmas morbosos. Esta angustia, al prolongarse, amenazaba con disgregar una sociedad del mismo modo como puede destrozar a un individuo sometido a un recurrente stress. Podía provocar en ella fenómenos de inadaptación, una regresión del pensamiento y de la afectividad, una multiplicación de las fobias, introducir en ella una dosis excesiva de negatividad y de desesperación. La labor ahora, era identificar la fuente, la matriz del miedo.

Ya se viene la cuarta parte...
2 comentarios:
como siempre usted tan acertivo.......
me guto mucho su ultimo relato....
de hecho me ha servido de mucho en este momento.... la depresion me ta matando.....
y como ta pos... se le ha extrañado en clases.....
aps.. soy la Daniela pardo... del cepech
de toas maneras.. que se mejore pronto... pa que welva adar clases..... son muy fomes los otros profes... ya van como 3
XD
saludos pes que te bem.....
aqui toy pos.. aciendome persente en el nuevo flog....
eso pes ...
escribame si kero
y mejoreseeeeeeeeeeeee
Publicar un comentario